Acabas de entrar en la dimensión de las músicas de nunca, los músicos de nunca. Aquí encontraras periódicamente biografías y canciones de grupos, compositor@s y cantantes, de muy diversos estilos, que pudieron existir en algún recodo del tiempo y el espacio. Esperemos que disfrutes de este rincón en el que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia...o no.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Tristan McDermott: el último pianista del salvaje oeste




Infancia y primera juventud en Escocia:

Tristan McDermott nació en Aberdeen, Escocia, el año 1864. Hijo de un pescador y una zurzidora, durante su infancia aprendió a tocar el piano de manera autodidacta gracias a su padre y a su madre: Su padre solía llevárselo a la taberna, dejándole junto al piano que allí había arrumbado mientras departía con sus beodos compañeros. Por otra parte, su madre solía llevarle al salón parroquial donde, mientras ella leía la Biblia con las demás mujeres del barrio, él permanecía sentado junto al piano de la parroquia. Tristan no tardó en interesarse por este instrumento, viendo en él su único juguete y medio de entretenimiento durante aquellas horas de soledad, así pues, poco a poco fue aprendiendo los primeros acordes y escalas, desarrollando una gran facilidad para tocar de oído todo tipo de canciones populares y para improvisar con pasmosa fluidez.

En su adolescencia descubrió lo que el piano podía darle. En la taberna del barrio descubrió el espíritu de camaradería que las más conocidas tonadillas podían generar a su alrededor y, en el salón parroquial percibió la reacción que en las mujeres producían las canciones más melodiosas de su repertorio. Estas lecciones le serían muy útiles a lo largo de gran parte de su vida.

Huida al Oeste

Tristan, muy de joven notó clara la llamada de la aventura, los tiempos estaban cambiando, el mundo cada vez parecía más grande y cercano a la vez, y pronto descubrió que la pesca no estaba hecha para él. Así pues, a los 19 años, juntó sus pocas pertenencias y embarcó como polizón en un barco con rumbo a Norteamérica. El viaje fue largo (aunque confortable, ya que iba oculto en un cargamento de almohadas que se transportaban al nuevo continente).

Una vez en Norteamérica, hizo caso a los rumores insistentes que escuchaba por todas partes y se dirigió al Oeste, donde parecía que había muchas cosas por descubrir y mucho dinero que ganar. Este viaje también fue largo (pero no pasó hambre, ya que consiguió ocultarse en un tren de la Union Pacific Railroad que transportaba nueces a Tucson). El dato histórico es que llegó al célebre poblado de Tombstone (en el condado de Cochise, Arizona), era el año 1884, y la legendaria región aún estaba en ebullición.

Las primeras semanas fueron un tanto duras (si bien no pasó sed, ya que logró instalar una choza bajo un depósito de agua que tenía algunos escapes); el caso es que le costó bastante adaptarse al ritmo vertiginoso de una ciudad que no paraba de crecer con la llegada de nuevos aventureros y gentes de muy distinta calaña.


Trabajo en el Far West

Cierto día, la suerte sonrió a nuestro personaje. Tristan, tras encontrar un dólar de plata durante uno de sus paseos matutinos, decidió invertir en una de sus mayores debilidades, un trago de zarzaparrilla. Así pues se dirigió al Bird Cage Theatre, un lugar mezcla entre saloon, casa de juegos y burdel que había sido fundado tres años atrás. McDermott no era consciente del tipo de lugar en el que estaba apunto de entrar. Una vez que entró en el recinto y pidió su bebida al camarero, vio algo que llamó poderosamente su atención...un piano. Pidió permiso para tocarlo, y como quiera que a esa hora apenas había clientela aún, se lo permitieron. Cuando el encargado escuchó la manera de tocar a aquel chico desaliñado no dudó en ofrecerle trabajo de inmediato:

“Eh, tú, escocés, precisamente anoche nos quedamos sin pianista después de un tiroteo...si te interesa, el puesto es tuyo. En este trabajo no se cobra demasiado, pero nunca te faltará, un plato caliente de judías, buena compañía femenina y un buen trago que echarte al gaznate”. Tristan aceptó de inmediato la oferta y se instaló en una de las habitaciones del Bird Cage.

Aquel local se puede decir que era uno de los puntos neurálgicos de la mitología del Oeste, por allí pasaban a diario los más insignes tahures, tramperos, ventajistas, mineros, cuatreros,vaqueros y demás buscavidas que encontraban bajo aquel techo bebidas de alta graduación, las más selectas damas de compañía a aquel lado del río Pecos, espectáculos picantes, las timbas más emocionantes y las peleas más multitudinarias...también, por supuesto, la música de Tristan, que muy pronto se convirtió en uno de los grandes atractivos de la sala, por su tino para crear ambiente y su capacidad para atender a las peticiones más variadas. Además era un as acompañando al cuerpo de baile.

Los años dorados

Enmedio de este ambiente tan palpitante, nuestro pianista escocés no paró de acumular experiencias y anécdotas (además de romances con las muchachas del Bird Cage, algunas de las cuales reservaban sus mejores atenciones a tan destacado artista).

Cuentan los cronistas de la época que, en cierta ocasión hubo una gran pelea en la sala que parecía que nunca iba a parar y, justo cuando empezaron a desenfundarse los primeros revolvers, McDermott comenzó a tocar un bello himno religioso, con tanta sensibilidad que poco a poco la multitud fue frenando su furia, acabando todos boquiabiertos observando extasiados al pianista. Segundos más tarde, todos estaban charlando amigablemente como si allí nunca hubiera ocurrido nada...todos salvo Peter el Minero, que como años atrás se había quedado sordo tras una detonación de dinamita, siguió intentando buscar contrincantes entre los presentes.

Tal fue la notoriedad de este músico que incluso apareció en alguna novela de aventuras. Se cuenta que Calamity Jane trató de seducirle una noche, pero McDermott, acostumbrado a la feminidad de las meretrices que le rondaban, no quiso, no pudo o no supo acceder a los requerimientos amatorios de tan ruda aventurera. También se cuenta que el mismísimo Buffalo Bill le ofreció formar parte de su espectáculo itinerante, pero nuestro músico, en ese momento, consideraba que ya había viajado lo suficiente y que prefería seguir disfrutando de la agitada ciudad en que vivía.

En cualquier caso, aquellos fueron los años dorados de Tombstone, del Bird Cage Theatre y de Tristan, parecía que la prosperidad y la diversión nunca iban a acabar. Durante unos años más, aquella ciudad siguió siendo meta de toda la fauna que pululaba en torno a las riquezas mineras de su subsuelo. El dinero, el alcohol y la inmoralidad seguían campando a sus anchas, la agencia de seguridad Pinkerton no lograba imponer la ley como pretendía, los sucesivos sheriffs no encontraban la manera de que la violencia remitiese, y a diario había duelos en las calles principales, aunque poco a poco las cosas fueron cambiando.

Adiós Tombstone, de gira

El primer revés llegó el año 1886, cuando las minas de los alrededores se inundaron y dejaron de poder explotarse...el flujo de gentes y dineros fue remitiendo, y no había tanta actividad como antaño. Tristan siguió tocando en el Bird Cage hasta el año 89 en que acabó cerrando ante la contínua falta de afluencia de público. Pero nuestro protagonista no se amilanó ante las dificultades, y gracias a que su nombre había corrido de boca en boca por ciertos ambientes, logró adaptarse. Lo que decidió hacer fue volver a viajar y embarcarse en una gira contínua por los distintos saloons y burdeles que había por toda Arizona. De esta forma conseguía sobrevivir, aunque nunca dejó de recordar con nostalgia los buenos años que quedaron atrás.

El declive-la Pianola

Pero ya los años 90 traian en el aire la sensación de cambio de época que suponen todos los fines de siglo. En el 1891 acaban las guerras con los indios, la fiebre del oro había remitido, el brazo de la ley cada vez actuaba con más efectividad y el Salvaje Oeste empezaba a parecer más un recuerdo que otra cosa. Para colmo de males, un invento venía extendiéndose desde hacía un tiempo, un invento que empeoraría la vida de muchos pianistas: la pianola.

La pianola era un instrumento musical que incorpora el mecanismo del piano al que se agregan elementos mecánicos y neumáticos para permitir la reproducción automática de la música, sin necesidad de que hubiera un intérprete. Pronto los saloons, tabernas y demás lugares de este tipo fueron viendo la ventaja de tener uno de estos aparatos y ahorrarse pagar el sueldo a ningún pianista. Tristan cada vez fue encontrando menos lugares en que tocar, y los que encontraba eran cada vez de peor nota, antros lúgubres y malolientes en los que apenas conseguía ganar lo suficiente para subsistir. Por primera vez empezó a pasar incomodidades, hambre y sed, la situación era cada vez más desesperada.

Durante algún tiempo McDermott trató de reciclarse y trabajar como pianista en algún cine, pero él estaba acostumbrado a otros ambientes más distendidos y bulliciosos, y pronto lo dejó. La falta de trabajo estable, la melancolía y la miseria le fueron minando poco a poco.

En el 1897 sale al mercado la innovadora pianola de Edwin Scott Votey, implantándose ya de manera abrumadora en los locales de ocio, y empeorando aún más las condiciones de vida de los pianistas en general y de nuestro protagonista en concreto. Cada vez le valía de menos haber formado parte de la leyenda del Lejano Oeste.

El tres de enero de 1899, el sheriff de Fresno detuvo a Tristan cuando trataba de prender fuego a la pianola del local del que le habían despedido el día anterior. Pasó la noche en el calabozo de la comisaría y el amanecer le encontró muerto. El fin de siglo y la sífilis se lo habían llevado...tenía sólo 35 años.