Acabas de entrar en la dimensión de las músicas de nunca, los músicos de nunca. Aquí encontraras periódicamente biografías y canciones de grupos, compositor@s y cantantes, de muy diversos estilos, que pudieron existir en algún recodo del tiempo y el espacio. Esperemos que disfrutes de este rincón en el que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia...o no.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Las raices gaditanas de John Lennon

El descubrimiento los diarios íntimos de Julia Stanley (nombre de soltera de la madre de John Lennon) ha sembrado serias dudas sobre el origen del famoso beatle. Dichos documentos fueron encontrados accidentalmente entre los archivos de Peter Danford, vecino de Liverpool. Según la información que en ellos se recoge, sería más que posible que el famoso músico tuviese ascendencia gaditana.

Estos diarios cuentan que Julia conoció a un tal Juan Pérez, gaditano que en aquellos tiempos trabajaba como marinero. Se puede leer cómo vivieron un intenso romance entre los años 1939 y 40, cuando Juan trabajaba en un barco carguero que cubría la línea Cádiz-Liverpool. Por lo que deja ver este sorprendente documento, el romance acabó cuando la compañía naviera en que trabajaba el gaditano quebró, momento en que tuvo que buscar otro trabajo que no le permitió volver a viajar a la ciudad británica. Según las fechas que se barajan en estos escritos, los últimos encuentros de la pareja tuvieron lugar en febrero de 1940 (nueve meses antes de que John Lennon naciera). Después de este momento intercambiaron algunas cartas, pero la comunicación escrita entre los dos enamorados era difícil, ya que ella no sabía casi nada de español, y los conocimientos de inglés de él era prácticamente nulos, por lo cual la relación se enfrió y la correspondencia no duró mucho tiempo.

Primeras conclusiones

Tras el inesperado descubrimiento de estos documentos, la periodista April O´Farrell y su equipo no han tardado en iniciar una investigación exhaustiva para tratar de aclarar la veracidad de estas nuevas informaciones y la nueva luz que podrían arrojar sobre la biografía de John Lennon. Según la opinión de ciertos lennoniólogos, las posibilidades de que el mencionado Juan Pérez (y no Alfred Lennon) fuese el verdadero padre del beatle, son muchas. Por una parte, como siempre se ha sabido, Julia Stanley llevó una vida bastante alocada, incluso después del nacimiento de John (en todas las biografías autorizadas se cuenta que tuvo una hija que dio en adopción). Está más que documentado su gusto por los ambientes nocturnos, su búsqueda de diversión en pubs o su tendencia a flirtear y a vivir efímeros romances con marineros y soldados.

Como se sabe, su matrimonio con Alfred Lennon no cambió la actitud licenciosa de Julia. Como se puede leer en las enciclopedias, Alfred trabajaba de camarero en distintos barcos, lo que le llevaba a estar mucho tiempo fuera de su hogar, y su relación con la madre de John nunca llegó a ser demasiado profunda. De hecho, este matrimonio, lejos de aportar estabilidad a la existencia de Julia, la llenó de inseguridades y de ganas de huir de la realidad mediante la diversión. Es por esto que no resulta extraño que pudiese buscar refugio entre los brazos del joven Juan Pérez, al que sin duda conoció alguna noche en alguno de los bares cercanos al puerto de Liverpool, tan lleno de actividad aquellos años turbulentos de inicio de la II Gerra Mundial.

Por otra parte, los periodistas que están llevando a cabo las investigaciones, han revelado que, durante febrero del 40 (nueve meses antes de que John Lennon naciera), Alfred (el padre “oficial” del músico) estuvo embarcado en un navío con destino a las Islas Molucas, pasando dos meses fuera de Liverpool.

Otro argumento que los investigadores opinan que refuerza la teoría de la paternidad del gaditano es el hecho de que Julia nombrase a su hijo John (Juan), según se puede leer en el diario “en recuerdo de aquel simpático marinerito que me hizo vivir momentos tan felices”.

Investigaciones en Cádiz, el hermano gaditano de John

El grupo de investigadores no ha dudado en buscar a Juan Pérez, para lo que se han desplazado a Cádiz. Según han podido averiguar, efectivamente, trabajó en las citadas fechas en el barco anteriormente mencionado y frecuentó Liverpool durante un tiempo. Según testimonios orales recogidos en distintas entrevistas a antiguos marineros, tras la quiebra de la naviera para la que trabajó, Pérez se sumió en una profunda depresión que le duró unos meses. Poco tiempo después, conoció a Natalia Mínguez, con la que contrajo matrimonio en la gaditana Iglesia de la Palma. En 1942 tuvieron un hijo al que llamaron Juan. Desafortunadamente, el marinero gaditano objeto de estas investigaciones falleció el año 1978, y no contó nada a ningún allegado sobre sus vivencias en Liverpool. Sí se ha podido localizar a su hijo, que cuenta cómo su padre cambiaba de tema cada vez que se le preguntaba por sus viajes.

Las últimas noticias cuentan que el grupo de investigadores desplazado a Cádiz ha conseguido encontrar una vieja carta escrita en inglés en el domicilio familiar de los Pérez. La carta no está firmada, pero un equipo de grafólogos ya está haciendo las comparaciones pertinentes para aclarar si podría haber sido escrita por Julia Stanley.

En cualquier caso, lo que si está claro es que Juan Pérez (hijo) guarda un cierto parecido con John Lennon (como pude apreciarse en la foto). Cabe decir como anécdota que cantó con la conocidísima comparsa “Los Beatles de Cádiz” en algunas galas allá por los años 60. -”Yo no se nada de esta historia que ustedes me cuentan, lo único que puedo decirles es que a mí nunca me terminaron de gustar los Beatles, que siempre preferí a los Rolling Stones”- declaró Juan a April O´Farrell cuando le entrevistó.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Tony Galaxia ¿el cantante alienígena?



Infancia

Antonio García López nació en Ayelo de Malferit (Valencia) el 3 de agosto de 1950. En una familia acomodada, hijo de un notario y una notoria dama de buena cuna. Desde pequeño mostró su inclinación al canto, entrando muy de niño a formar parte del coro de voces blancas de la parroquia de San Pedro Apóstol, donde aprendió a entonar motetes con el peculiar estilo que le caracterizaría durante toda su vida.

El año 62, llegó el inevitable momento en que le cambió la voz. Fue justo en la misa del Gallo, en el instante en que entonaba su solo en el “Gloria”...cuando hizo triste honor al nombre de la citada misa ante la expectante mirada de todos los feligreses. En ese momento en que su garganta articuló aquel incontrolable exabrupto, Antonio se vino abajo, se sintió humillado y decidió dejar de cantar.

Juventud-Tony Gar

Ya pasada la adolescencia, animado por sus amigos y ante las posibilidades de interacción con las muchachas de la región, volvió a interesarse poco a poco por la música. Pronto se dejó seducir por la canción melódica, se unió a algunos de sus amigos para actuar por verbenas, fiestas falleras y bailes en general, versionando a Luis Mariano, Raphael o Domenico Modugno.

A finales de los 60 un acontecimiento supuso un punto de inflexión artístico, la primera vez que asistió a un concierto de su paisano Nino Bravo. Antonio quedó maravillado por su estilo, elegancia y por su fuerza de voz; se propuso afianzar su carrera y tratar de conseguir grabar un single, y adoptó el nombre artístico de Tony Gar. La oportunidad le llegó en forma de contrato discográfico tras cantar en radio Alcoy. El sello Voix apostó por él, viendo en sus (discutibles) habilidades canoras, una buena apuesta para aprovechar el momento de pujanza de los cantantes melódicos levantinos (Nino Bravo, Camilo Sesto, Juan Bau...).

Las ventas no fueron demasiado elevadas, aún así le permitieron mantener cierto número de galas anuales e incluso alguna aparición en la Televisión. Parecía que su carrera estaba bien encauzada.

De Tony Gar a Tony Galaxia

Pero los caminos de la vida son inescrutables, y a veces ocurren imprevistos que escapan a cualquier predicción. Así, el 6 de febrero del 1974, justo cuando Tony Gar parecía que iba a dar el paso definitivo hacia su consagración popular, hizo unas sorprendentes declaraciones en el periódico “El faro de Murcia”. En ellas contaba que días antes había sido abducido por una nave procedente del planeta Orígano, y que, tras ser sometido a diversos experimentos médico/anatómicos, había tenido una larga conversación con los dos alienígenas que la pilotaban. En estas conversaciones, le habrían indicado que él mismo procedía de antepasados extraterrestres, y que dada su posición mediática, debía ser portavoz en la Tierra de los Origanos. Por estas razones, Tony comunicaba que iba a cambiar su nombre artístico por el de Tony Galaxia, y que a partir de ese momento sólo iba a grabar e interpretar canciones de temática interestelar.

Las primeras reacciones entre el ambiente musical fueron de estupefacción, no se sabía si estas declaraciones podían ser o no una broma, pero finalmente, el mundo asistió al nacimiento de Tony Galaxia, la voz de las estrellas (que así se titularía su primer disco).

La voz de las estrellas

La discográfica, lejos de asustarse con el cambio, lo contempló como una oportunidad. No olvidemos que en esos años triunfaba el Album “Ziggy Stardust” de David Bowie, había en la sociedad un repunte en el interés por lo oculto y por lo ufológico, y todo esto podía ser un buen caldo de cultivo que se podía aprovechar, en un campo musical en el que, por otra parte, apenas había competencia en España (algunas de las pocas canciones de temática espacial precursora de esta tendencia fue “Platillos volantes” de los Salvajes o “Cerca de las estrellas” de los Pekenikes). Además, en lo musical, Tony, aunque arropado por arreglos muy “space rock”, mantenía el estilo melódico que siempre le había caracterizado.

Así pues, “Tony Galaxia, la voz de las estrellas”, salió a la venta en mayo del 74, respaldado por una fuerte campaña de publicidad en radio y prensa. Tampoco se escatimaron medios de cara a la preparación de los conciertos de la minigira de presentación del trabajo discográfico, siendo cada concierto un despliegue de luz y sonido inaudito hasta la fecha en la piel de toro. En cada concierto, Tony aparecía, micrófono en

mano, descendiendo de un OVNI de atrezzo del que salían haces de luz y nubes de humo, además de un cuerpo de baile formado por bailarinas con la piel pintada de verde. El propio vestuario de Tony estaba cuidado al detalle.

Todo este despliegue, sumado a la calidad indudable del disco, y a la innovación de fusionar la canción melódica con el space rock, provocó que sus ventas y su popularidad se disparasen y las entradas de todos los conciertos de la gira se agotaran en poco tiempo. El single “Mi primera abducción” se convirtió en todo un icono cultural.

El día que “La voz de las estrellas” llegó a disco de Platino...Tony Galaxia desapareció misteriosamente y nunca nadie volvió a verle. No se sabe qué fue de él...quizá ya había cumplido su misión.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Tristan McDermott: el último pianista del salvaje oeste




Infancia y primera juventud en Escocia:

Tristan McDermott nació en Aberdeen, Escocia, el año 1864. Hijo de un pescador y una zurzidora, durante su infancia aprendió a tocar el piano de manera autodidacta gracias a su padre y a su madre: Su padre solía llevárselo a la taberna, dejándole junto al piano que allí había arrumbado mientras departía con sus beodos compañeros. Por otra parte, su madre solía llevarle al salón parroquial donde, mientras ella leía la Biblia con las demás mujeres del barrio, él permanecía sentado junto al piano de la parroquia. Tristan no tardó en interesarse por este instrumento, viendo en él su único juguete y medio de entretenimiento durante aquellas horas de soledad, así pues, poco a poco fue aprendiendo los primeros acordes y escalas, desarrollando una gran facilidad para tocar de oído todo tipo de canciones populares y para improvisar con pasmosa fluidez.

En su adolescencia descubrió lo que el piano podía darle. En la taberna del barrio descubrió el espíritu de camaradería que las más conocidas tonadillas podían generar a su alrededor y, en el salón parroquial percibió la reacción que en las mujeres producían las canciones más melodiosas de su repertorio. Estas lecciones le serían muy útiles a lo largo de gran parte de su vida.

Huida al Oeste

Tristan, muy de joven notó clara la llamada de la aventura, los tiempos estaban cambiando, el mundo cada vez parecía más grande y cercano a la vez, y pronto descubrió que la pesca no estaba hecha para él. Así pues, a los 19 años, juntó sus pocas pertenencias y embarcó como polizón en un barco con rumbo a Norteamérica. El viaje fue largo (aunque confortable, ya que iba oculto en un cargamento de almohadas que se transportaban al nuevo continente).

Una vez en Norteamérica, hizo caso a los rumores insistentes que escuchaba por todas partes y se dirigió al Oeste, donde parecía que había muchas cosas por descubrir y mucho dinero que ganar. Este viaje también fue largo (pero no pasó hambre, ya que consiguió ocultarse en un tren de la Union Pacific Railroad que transportaba nueces a Tucson). El dato histórico es que llegó al célebre poblado de Tombstone (en el condado de Cochise, Arizona), era el año 1884, y la legendaria región aún estaba en ebullición.

Las primeras semanas fueron un tanto duras (si bien no pasó sed, ya que logró instalar una choza bajo un depósito de agua que tenía algunos escapes); el caso es que le costó bastante adaptarse al ritmo vertiginoso de una ciudad que no paraba de crecer con la llegada de nuevos aventureros y gentes de muy distinta calaña.


Trabajo en el Far West

Cierto día, la suerte sonrió a nuestro personaje. Tristan, tras encontrar un dólar de plata durante uno de sus paseos matutinos, decidió invertir en una de sus mayores debilidades, un trago de zarzaparrilla. Así pues se dirigió al Bird Cage Theatre, un lugar mezcla entre saloon, casa de juegos y burdel que había sido fundado tres años atrás. McDermott no era consciente del tipo de lugar en el que estaba apunto de entrar. Una vez que entró en el recinto y pidió su bebida al camarero, vio algo que llamó poderosamente su atención...un piano. Pidió permiso para tocarlo, y como quiera que a esa hora apenas había clientela aún, se lo permitieron. Cuando el encargado escuchó la manera de tocar a aquel chico desaliñado no dudó en ofrecerle trabajo de inmediato:

“Eh, tú, escocés, precisamente anoche nos quedamos sin pianista después de un tiroteo...si te interesa, el puesto es tuyo. En este trabajo no se cobra demasiado, pero nunca te faltará, un plato caliente de judías, buena compañía femenina y un buen trago que echarte al gaznate”. Tristan aceptó de inmediato la oferta y se instaló en una de las habitaciones del Bird Cage.

Aquel local se puede decir que era uno de los puntos neurálgicos de la mitología del Oeste, por allí pasaban a diario los más insignes tahures, tramperos, ventajistas, mineros, cuatreros,vaqueros y demás buscavidas que encontraban bajo aquel techo bebidas de alta graduación, las más selectas damas de compañía a aquel lado del río Pecos, espectáculos picantes, las timbas más emocionantes y las peleas más multitudinarias...también, por supuesto, la música de Tristan, que muy pronto se convirtió en uno de los grandes atractivos de la sala, por su tino para crear ambiente y su capacidad para atender a las peticiones más variadas. Además era un as acompañando al cuerpo de baile.

Los años dorados

Enmedio de este ambiente tan palpitante, nuestro pianista escocés no paró de acumular experiencias y anécdotas (además de romances con las muchachas del Bird Cage, algunas de las cuales reservaban sus mejores atenciones a tan destacado artista).

Cuentan los cronistas de la época que, en cierta ocasión hubo una gran pelea en la sala que parecía que nunca iba a parar y, justo cuando empezaron a desenfundarse los primeros revolvers, McDermott comenzó a tocar un bello himno religioso, con tanta sensibilidad que poco a poco la multitud fue frenando su furia, acabando todos boquiabiertos observando extasiados al pianista. Segundos más tarde, todos estaban charlando amigablemente como si allí nunca hubiera ocurrido nada...todos salvo Peter el Minero, que como años atrás se había quedado sordo tras una detonación de dinamita, siguió intentando buscar contrincantes entre los presentes.

Tal fue la notoriedad de este músico que incluso apareció en alguna novela de aventuras. Se cuenta que Calamity Jane trató de seducirle una noche, pero McDermott, acostumbrado a la feminidad de las meretrices que le rondaban, no quiso, no pudo o no supo acceder a los requerimientos amatorios de tan ruda aventurera. También se cuenta que el mismísimo Buffalo Bill le ofreció formar parte de su espectáculo itinerante, pero nuestro músico, en ese momento, consideraba que ya había viajado lo suficiente y que prefería seguir disfrutando de la agitada ciudad en que vivía.

En cualquier caso, aquellos fueron los años dorados de Tombstone, del Bird Cage Theatre y de Tristan, parecía que la prosperidad y la diversión nunca iban a acabar. Durante unos años más, aquella ciudad siguió siendo meta de toda la fauna que pululaba en torno a las riquezas mineras de su subsuelo. El dinero, el alcohol y la inmoralidad seguían campando a sus anchas, la agencia de seguridad Pinkerton no lograba imponer la ley como pretendía, los sucesivos sheriffs no encontraban la manera de que la violencia remitiese, y a diario había duelos en las calles principales, aunque poco a poco las cosas fueron cambiando.

Adiós Tombstone, de gira

El primer revés llegó el año 1886, cuando las minas de los alrededores se inundaron y dejaron de poder explotarse...el flujo de gentes y dineros fue remitiendo, y no había tanta actividad como antaño. Tristan siguió tocando en el Bird Cage hasta el año 89 en que acabó cerrando ante la contínua falta de afluencia de público. Pero nuestro protagonista no se amilanó ante las dificultades, y gracias a que su nombre había corrido de boca en boca por ciertos ambientes, logró adaptarse. Lo que decidió hacer fue volver a viajar y embarcarse en una gira contínua por los distintos saloons y burdeles que había por toda Arizona. De esta forma conseguía sobrevivir, aunque nunca dejó de recordar con nostalgia los buenos años que quedaron atrás.

El declive-la Pianola

Pero ya los años 90 traian en el aire la sensación de cambio de época que suponen todos los fines de siglo. En el 1891 acaban las guerras con los indios, la fiebre del oro había remitido, el brazo de la ley cada vez actuaba con más efectividad y el Salvaje Oeste empezaba a parecer más un recuerdo que otra cosa. Para colmo de males, un invento venía extendiéndose desde hacía un tiempo, un invento que empeoraría la vida de muchos pianistas: la pianola.

La pianola era un instrumento musical que incorpora el mecanismo del piano al que se agregan elementos mecánicos y neumáticos para permitir la reproducción automática de la música, sin necesidad de que hubiera un intérprete. Pronto los saloons, tabernas y demás lugares de este tipo fueron viendo la ventaja de tener uno de estos aparatos y ahorrarse pagar el sueldo a ningún pianista. Tristan cada vez fue encontrando menos lugares en que tocar, y los que encontraba eran cada vez de peor nota, antros lúgubres y malolientes en los que apenas conseguía ganar lo suficiente para subsistir. Por primera vez empezó a pasar incomodidades, hambre y sed, la situación era cada vez más desesperada.

Durante algún tiempo McDermott trató de reciclarse y trabajar como pianista en algún cine, pero él estaba acostumbrado a otros ambientes más distendidos y bulliciosos, y pronto lo dejó. La falta de trabajo estable, la melancolía y la miseria le fueron minando poco a poco.

En el 1897 sale al mercado la innovadora pianola de Edwin Scott Votey, implantándose ya de manera abrumadora en los locales de ocio, y empeorando aún más las condiciones de vida de los pianistas en general y de nuestro protagonista en concreto. Cada vez le valía de menos haber formado parte de la leyenda del Lejano Oeste.

El tres de enero de 1899, el sheriff de Fresno detuvo a Tristan cuando trataba de prender fuego a la pianola del local del que le habían despedido el día anterior. Pasó la noche en el calabozo de la comisaría y el amanecer le encontró muerto. El fin de siglo y la sífilis se lo habían llevado...tenía sólo 35 años.

domingo, 3 de julio de 2011

(Los) Times - 1968/73



Los Times fueron un grupo de rock underground formado en Cádiz por Antonio Accame
(bajo y voz), Pedro Rodrigáñez (batería y voz), Luiti Scapachini (guitarra solista) y Mario García (guitarra rítmica y voz). Durante la segunda mitad de los años 60 tuvieron una intensa actividad en directo, y llegaron a ser muy apreciados por el público allá donde tocaban.

Se conocieron rondando el año 65, les unió su gusto por los Beatles. Cierto día en un banco
de la Plaza de Mina, Luiti Scapachini estaba tocando “Help”, por casualidad fueron pasando por allí Antonio, Pedro y Mario, y al verle, se acercaron para cantar con él. Al terminar la canción se
miraron y dijeron al unísono “quillo, vamos a montar un conjunto”. Así lo hicieron. Tenían 15 años cada uno (60 en total). Lo primero que decidieron fue montar versiones de los Beatles. Siendo conscientes de su poca pericia con los instrumentos (aún eran muy jóvenes y les faltaba mucho por aprender) y, bromeando con ello, lo hicieron notar en su nombre, y se bautizaron como los BeatLess (trad: “los sin ritmo”). Al principio sonaban fatal, aunque nunca recibieron ningún abuchéo, más bien solían caer bien por su inocente juventud (“los chavales, por lo menos le echan ganas, joé”, se solía escuchar en los corrillos). Poco a poco se fueron curtiendo amenizando bailes en el club náutico o en la piscina municipal, fiestas de fin de curso, así como tocando en guateques y demás reuniones de gente joven.



Ya en el 1967, para actuar en una sesión matinal de rock en el Teatro Falla decidieron que había llegado el momento de cambiarse de nombre, ya que habían dejado de versionar exclusivamente a los Beatles. Cuentan que la cosa se decidió con prisas (como tantas veces en la historia del rock): “quillo, que no nos queda apenas tiempo pa decirle al que va a hacer el cartel nuestro nombre...no hay tiempo...tiempo...pues los Times”. No hace falta explicar, la guasa de Cádiz, que muchas veces, los más recalcitrantes hicieron juegos de palabras con el nuevo nombre del grupo: “Cusha, ¿que hoy vas a dar un concierto? Po no me Times, pisha” y lindezas por el estilo.

Pronto empezaron a dominar sus instrumentos y a abrirse a otras músicas que se estaban haciendo en esos tiempos (Cream, Jimi Hendrix, Buffalo Springfield, Jefferson Airplane, etc), acabaron inclinándose al blues rock progresivo tan al gusto de la época, con bastantes toques de psicodelia. Sus actuaciones en la base de Rota les sirvieron para contactar con algunos marines que les proporcionaban enseguida los discos que iban saliendo al mercado en EEUU, además de venderles algunos instrumentos de segunda mano y alguna que otra substancia químico-lúdica. En aquellas aventuras nocturnas aprendieron sus primeras nociones del idioma de Shakespeare. Coincidieron muchas veces con otro grupo mítico de Cádiz, los Simún, haciéndose muy amigos de ellos, compartiendo momentos de conversación, diversión y jam sessions; de hecho compusieron una canción instrumental en honor a sus compañeros llamada “Simún Dice”.

Gradualmente extendieron su radio de acción a las boites, discotecas y salas de fiestas de la Andalucía Occidental, deslumbrando al público por la calidad de sus composiciones, por su humor desenfadado y su habilidad como instrumentistas. Eran aquellos tiempos en que estaba de moda tocar bien. Llegado el año 70 (cuando dejaron de usar el artículo “los” en su nombre), se produjo un momento crucial en su carrera. Tras una actuación en el Cortijo de los Rosales, conocieron a una turista Holandesa que andaba por allí y decidió llevárselos a tocar a su país (era hija del dueño de la mítica sala de fiestas Blue Orange). Tuvieron cierto éxito, y fue allí en Holanda donde llegaron a grabar el single cuya cara A les ofrecemos aquí: “For the Beatles” un sentido homenaje a sus primeros maestros, los Beatles. Este single, en su versión original está bastante cotizado ente los coleccionistas actuales, habiendo alcanzado el precio de 457 € y 23ctms. Las correrías extra-musicales que vivieron en el país de los tulipanes no las contaremos en este texto, por si acaso cae en manos de algún menor influenciable.

El caso es que después de girar sin parar, pero sin llegar a grabar un Long Play, el año 73, el grupo Times se acaba disolviendo gradualmente, debido a las obligaciones laborales y familiares que van adquiriendo sus componentes. Sólo Antonio Accame seguiría activo en el mundo de la música, instalándose en Barcelona y participando en diversos proyectos de jazz y jazz-rock que le dieron la fama internacional que hoy tiene. Pedro Rodrigáñez, durante los 70 formó parte del grupo de rock andaluz Quebranto, que no llegó a obtener el éxito deseado. Ya en el 80 se retiró a vivir en una comuna místico-hortofrutícola en un pequeño pueblo de Huesca. Luiti Scapachini entró a trabajar en Astilleros, y fue uno de los cabecillas en las acciones de protesta de los años 80 y 90 contra el cierre de la factoría. Mario García formó una empresa de importación y exportación de perguilosa fina “Magar S.L.”, con la que consiguió grandes éxitos. También fue accionista del Cádiz CF durante un tiempo.

Aún así, se cuenta que, todos los 4 de enero, año tran año, los Times se juntan para tocar las canciones que les hicieron ser parte de la historia del rock gaditano.